Entradas

Mostrando entradas de noviembre, 2008

Hombres Chiquitos - Kwang-Kyu Kim, Corea del Sur

Se achican siempre más chicos antes de terminar de crecer se fueron achicando. Ya antes del primer amor, pensaban en todas esas guerras y empezaron a achicarse. Cuanto más adultos tanto más se achicaban, Cuando interrumpen el bostezo se achican, Cuando se atormentan por una pesadilla atroz se achican. con cada golpe a la puerta se achican, Si hasta titubean delante del semáforo en verde y se achican, Quejándose de que no envejecen a tiempo se achican, hundiendo la cabeza en el diario el mundo les parece demasiado pacífico y se achican. Llevan corbatas y aparecen en fila, achicándose. Pensando en el negocio y el dinero se achican. Obedeciendo ordenes inaudibles se achican, repitiendo palabras idénticas a uniformes se achican. Luchando contra enemigos invisibles se achican, aplaudiendo afanosos en numerosos encuentros se achican, cenando con los poderosos y escarbándose los dientes se achican, engordando y jugando al golf se achican, acudiendo a tertulias a tomar whisky se achican, abraz

Madre Amada-Nancy Laurino-Brasil

Madre por mí tan amada. ¡Es necesaria la fuerza para soportar tanto dolor ante tu ausencia!. Pero en lo más alto del cielo veo brillar tu luz y ella me guía. Sé que ahora descansas en paz, al menos tengo ese consuelo. Amada Madre, Guerrera que me enseñaste como manejarme en la vida. Tú eres la luz. Soy tu fruto, a quién honraste con tus experiencias. Y jamás olvidaré tu conducta de amor y paz, ¡Porque en mi corazón estás VIVA! Y sé que un día te reencontraré para mi felicidad y alegría. Oiremos cantos de ángeles. Somos dos almas que se aman y juntas seguiremos.

Nosotras, mujeres pecadoras - por la poeta paquistaní Kishward Naheed

Somos nosotras, mujeres pecadoras quienes no sentimos temor de la grandeza de los señores de hábito. Quienes no vendemos nuestras vidas; quienes no inclinamos la cabeza; ni juntamos nuestras manos en señal de devoción. Somos nosotras, mujeres pecadoras mientras aquellos que venden la cosecha de nuestros cuerpos, se exaltan, se vuelven distinguidos, se convierten en simples principes del mundo material. Somos nosotras, mujeres pecadoras quienes salimos levantando la bandera de la verdad contra la barricada de mentiras esparcidas sobre las avenidas; quienes encuentran historias de persecucion apiladas en cada umbral, quienes se dan cuenta que esas lenguas que podrían hablar han sido cercenadas. Somos nosotras, mujeres pecadoras. Incluso si la noche nos persigue estos ojos no habrán de apagarse. No insistan en volver a levantar la pared ya construída. Somos nosotras, mujeres pecadoras quienes no sentimos temor ante la grandeza de aquellos, los señores de hábito. Quienes no vendemos nuestr

Plegaria - Eva Toth, Hungría